martes, 6 de agosto de 2013

Aproximación al Papa Luna


Probablemente, la figura histórica más importante de Peñíscola fue Benedicto XIII, el Papa Luna. El municipio está lleno de referencias a este protagonista que habitó el castillo desde el 21 de julio de 1411 hasta el 23 de mayo de 1423 y convirtió el municipio en sede pontificia.
En aquel entonces, la Iglesia católica se hallaba envuelta en el llamado Cisma de Occidente y convivieron más de un papa simultáneos. 


Don Pedro de Luna nació en Zaragoza en 1328. Hijo de nobles, estudió leyes en la Universidad de Montpellier y fue nombrado cardenal por el papa Gregorio XI. A la muerte de éste en 1378 el pueblo de Roma (Italia) impone un nuevo papa, Urbano VI, pero los cardenales, al considerarse coaccionados, deciden volver a realizar la votación en Aviñón (Francia), donde es elegido Clemente VII.
 
Ante aquella dualidad, las naciones europeas se alinearon con uno u otro pontífice, especialmente Italia en favor de Urbano VI y Francia de Clemente VII. Pedro de Luna sucedió a Clemente VII a la muerte de éste en 1394 elegido por el conclave de Aviñón y adoptó el nombre de Benedicto XIII. Desgraciadamente para él, esta designación no fue del agrado de la corte del rey francés Carlos VI "el Loco" quienes necesitaban a alguien más manejable. Así que el Papa Luna se vio obligado a huir de Francia.
Perdido su principal valedor, varias naciones europeas que seguían la línea de Aviñón cambiaron sus apoyos en pro de la línea romana, quedando únicamente la Corona de Aragón, de donde era originario, como último reducto donde encontrar refugio y ciertas simpatías de Castilla, Sicilia y Escocia.
Establecido en Peñíscola, desde allí con tan solo 5 cardenales leales, ejerció como Papa con cierta influencia en las naciones comentadas durante unos veinte años, hasta 1415, cuando la mayoría de potencias europeas decidieron poner fin a la división de la Iglesia y la dualidad de pontífices en el Concilio de Constanza y Benedicto XIII fue declarado hereje y antipapa. Por fortuna para él Alfonso V de Aragón le mantuvo su protección y aunque ya no tuvo influencia alguna en Europa, vivió hasta el fin de sus días en 1423, cuando murió a los 96 años, en el Castillo de Peñíscola.

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